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lunes, 2 de marzo de 2015



Las serpientes de coral – o coralillo – se caracterizan por su llamativa mezcla de colores así como por su potente veneno, este reptil es muy hábil para adaptarse a diferentes tipos de hábitat, por lo que puede encontrarse tanto en zonas tropicales como en áridas o semidesérticas, y en lugares que van desde el nivel del mar hasta en montañas que alcanzan más de 2,000 metros de altura.

Miden entre 50 y 80 centímetros, son esbeltas y tienen una cabeza pequeña, lo que le es útil al momento de ser atacadas por algún depredador, ya que el primer movimiento que hace es esconder la cabeza bajo su cuerpo y levantar la cola mientras la serpentea (simulando que es su cabeza) buscando el momento oportuno para atacar.

Su veneno neurotóxico (similar al de la cobra) causa parálisis e insuficiencia respiratoria en la presa, pero al contrario de otras serpientes que atacan y sueltan de inmediato, la coralillo muerde y permanece aferrada a la víctima mientras suministra y hace efecto el veneno. Al carecer de una mandíbula dúctil solo puede alimentarse de presas de tamaño reducido como son otras víboras, peces, lagartijas e incluso presentan canibalismo. Habita en huecos, nidos de hormigas, bajo piedras o entre raíces de árboles.

Su alimento favorito son animales de sangre fría como serpientes y lagartijas, otros reptiles y anfibios. Cada hembra coral pone 2 ó 3 huevos a finales del verano. Estos tardan 10 semanas en incubación y nacer los jóvenes miden de 14 a 17 cm.

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